Cada momento estoy más convencido de que sin esta válvula de escape que poseo en la escritura, la muerte ya me hubiera vencido: la batalla estaría perdida antes de comenzar.
Fui diagnosticado recientemente: antes había oído del síndrome y me había parecido bastante interesante como objeto de estudio. Esto, por supuesto, sin sospechar que era esta ''condición'' la que estaba rigiendo las pautas de mi comportamiento y, en un aspecto más amplio, mi personalidad. Desde que lo encontré entre las patologías del espectro autista, el Asperger apareció en mi mente como algo cercano, de lo que por algún motivo no debía sentirme ajeno. De esa cercanía nace el texto que escribí respecto a él el 21 de mayo de 2007 y que también se encuentra en este blog. La dificultad -y en algunos casos simple imposibilidad- de llevar adelante un proceso comunicativo fue un aspecto que me conectó al Asperger. En ese instante sentía que la única manera de comunicar era por medio de la escritura, pues me encontraba -y, siendo justos, aún me encuentro- incapaz de llevar ese proceso de otra manera.